domingo, 23 de abril de 2017

XABIER, NUESTRO HIJO




Ya han pasado casi dos años... y ahora, no se por qué, tengo ganas de plasmar todo lo que he viviod, pensado, sentido... desde que te fuiste, mi maestro.
Ahora, tengo ganas de gritarle al mundo (aunque nadie lo lea o lo escuche) que TÚ eres mi hijo y sigues siendo parte de mí, aunque no pueda olerte, ni tocarte...

Este pequeño homenaje a tí puede resultar un poco incómodo por las imágenes, pero para mí, tú eres así, con cables, con todo lo que necesitaste para sobrevivir 47 días y poder acompañarnos ese tiempo. Sin eso, nunca habría podido tocarte, mirarte, amarte... Así que necesito que alguien lo vea y que sepan que hay otras realidades que están ahí, que a veces pasan, y que es parte de la vida, sin dramas, sin telenovelas. Es la vida, es así, y como tal, hay que vivirla, observarla y aceptarla. No se puede tapar lo feo. ¿Por qué es feo la enfermedad, la muerte? Para mí, es increible, porque mi hijo nació enfermo y mi hijo no es feo, es precioso, sublime, fuerte, poderoso... Y mi hijo murió, y sigue siendo fuerte, poderoso... Y nos hizo fuertes y poderosos a nosotros.

La vida es esto también.

sábado, 1 de abril de 2017

MUJER SALVAJE

Mi mujer salvaje nació con mi hijo Xabier. Mi mujer salvaje se fue gestando durante los nueve meses en los que mi hijo me acompañó, me conoció, me sintió…

Mi mujer salvaje no es una mujer cualquiera, no. Ella solo sale a pasear cuando tengo miedo, cuando lloro, cuando soy vulnerable. Ella sabe que su fuerza es arrasadora, es capaz de morir y revivir mil veces, es capaz de gritar y de sentir la rabia hasta límites insospechados…

Mi mujer salvaje nació cuando murió mi hijo…

Durante 47 días de enfermedad y muerte, mi mujer salvaje me mantuvo en pie, me permitió dormir para poder acompañar a mi hijo durante aquellos largos días…, me hizo fuerte ante los médicos, me hizo fuerte para ver todo lo vi, para no pensar en el sufrimiento de mi pequeño y sólo pensar en el amor que nos estábamos dando. Podía marcharse en cualquier momento, y decidimos amarle y amarle, y acompañarle aunque doliera. Aunque se te iba el alma viéndolo lleno de cables, de agujas… Pero mi mujer salvaje hizo su trabajo: apareció después de 38 años escondida, supeditada, arrinconada y me mantuvo en pie, y me dio temple, y me dio ternura, y me dio serenidad.

 Esos 47 días de muerte y enfermedad, fueron también 47 días de amor incondicional. Ese amor que las mamás y los papás sienten cuando nace su primer hijo, sea como sea.

Mi mujer salvaje me sigue acompañando hoy, meses después de que mi pequeño decidiera irse. Y me ha enseñado tanto… Mi mujer salvaje me ha enseñado a llorar! Sí, soy una mujer fuerte cuando lloro, porque es entonces cuando muestro mi fragilidad… sí, soy frágil, soy encantadoramente frágil… puedo sentir, puedo emocionarme cada minuto, puedo estar enfadada y al segundo, reírme como loca… Sí, soy una mujer salvaje y qué suerte tengo!!!

Esta mujer me permite amar a mi hijo en la no presencia, amarle desde dentro, desde no sé donde, pero desde muy dentro. Me permite desmoronarme, y volver a la vida. Me permite alejarme de todo, hacerme un ovillo y quedarme en mis recuerdos, pero siempre me trae de vuelta, siempre me trae de vuelta…


Y esta mujer me da la fuerza para no temer al futuro, para seguir adelante, para volver a ser mamá, volver a sentir ese amor tan infinito, y volver a sentirlo con todo lo aprendido, volver a sentirlo pero desde esta otra que soy yo… esta mujer salvaje que sin embargo, es un niña emocionada por la vida y por la muerte.

¿Dónde vas?

Mi pequeño…
Mi gran maestro.
Mi pequeño…
Mi gran amor.

Siento oleadas de ternura,
Mezcla de ira e ilusión.
Siento olores tuyos, tus miradas,
Y me pierdo en este absurdo ciclón.

Como el agua, me mojo en mil lágrimas,
Que al minuto, se transforman en puro amor.
Otras, en cambio, se oscurecen
Y quedan atrapadas en mi eterno corazón.

Pienso, duermo, ando y hablo…
Todo es simple, sencillo, normal…
Pero la vida me sacude por dentro
Y no me puedo conformar!

¿Por qué? ¿Por qué mi niño?
¿Dónde tengo ahora que mirar?

Y es entonces cuando esa voz susurra:

“Mamá, no llores más. Yo soy pura energía.
Mira adentro, vuelve a mirar!
Y verás que seguiré ahí
Hasta que la vida o la muerte nos vuelva a juntar”

Después, mi marea se relaja
Y de repente, tu luz me vuelve a abrazar.


Mamá.

ENTRE FUEGO Y AGUA

Tras conocer la música de Estas Tone, el título de una canción suya me trajo al corazón estas palabras:


" ENTRE FUEGO Y AGUA "

Sopla un viento invisible cada vez que te suspiro…
Sopla un aire tibio, inocente, muy despacito… que te trae a mí, pequeñito.
Sopla tu boquita un aroma eterno, que me llega siempre, cada segundo.
Sopla tu boquita un aroma inmenso.
Y así, pasan los días, entre fuego y agua, entre calor y frío, entre todo y nada.
Y así, te soplo yo también, cuando me escondo en la cama y bajo las sábanas te traigo a mis brazos, pensándote y acariciándote, entre fuego y agua, entre todo y nada…

Sopla el viento de nuevo y tengo ganas de volar hasta tu alma.
Sopla un viento nuevo y mi caparazón se escapa… estoy serena, poderosa, con mi esencia abierta.
Sopla tu boquita de nuevo, y me parecen caricias sublimes, y me parto en dos, en tres, en muchos amores… y me parto entre fuego y agua, entre todo y nada.
Y así, te agarro fuerte y te suelto, te quiero y te abandono, te anhelo y te olvido…
Y así, te siento eterno y fuerte, te siento todo y nada, te siento fuego y te siento agua.


https://www.youtube.com/watch?v=iPnchl59-LU&vl=es









HIJO MÍO...

Hijo mío!

Se me llena la boca y el corazón cuando pronuncio estas palabras... Qué difícil es sentirte madre cuando tu hijo no está físicamente, cuando sólo puedes abrazar recuerdos y sólo amar en el silencio, en lo más hondo de tu alma. A veces, te preguntas si la locura se parece a ésto, si ser loca es querer abrazar un ser que no está pero que tú sientes a cada momento, que palpita contigo...aunque el tiempo pase, aunque el dolor se calme, aunque ya nadie lo recuerde...


Se me llena la boca, hijo mío, cuando tu nombre resuena en mis adentros y de repente, una fuerza increíble me sube desde mi útero hasta mi boca y suelto un "Te quiero, cariño". 

Se me llena la boca, y los ojos, y las manos, y la barriga que tanto tiempo te sostuvo... 

Cuando decidiste marcharte, papá y yo te acompañamos... y aunque el desgarro fue inmediato, hubo también una unión infinita e invisible que nos dio la vida. La vida y la muerte, la muerte y la vida... Para nosotros tres, se hizo un misterio... apenas la vida había comenzado acontece la muerte, y apenas la muerte había llegado... y acontece la vida: la nueva vida sin tí... Un triángulo amoroso donde vida y muerte son la misma cosa. 

Y en realidad, ¿acaso la muerte no trae un nuevo camino por delante? La muerte te vence, te deja derrotada, hundida, sin futuro... la muerte llega y tu muerte llega con ella, tu muerte a lo que hasta entonces conocías... muerte al día a día, muerte a lo cotidiano, a los planes, a las quejas, al trabajo... de repente, sólo existes tú y tu muerte. Nada importa, en realidad, nada existe. Sólo tú. Y en esa soledad o te vuelves loca o renaces ¡Yo elijo renacer!

Y este renacimiento se lo debo a mi pequeño. Cuando te pude conocer, hijo mío, morí de amor! El miedo estaba allí, presente, el miedo a que murieras y sin embargo, prevaleció el amor, la dulzura, la ilusión, el quererte hasta el alma...Fueron días de mucho amor, de aprender a ser madre a distancia, de intentar conectar con tu hijo, cuando se te ha privado ese momento tan especial del nacimiento... de mirarle y pensar que aunque no haya contacto físico, hay un contacto invisible que nos ata y nos une para siempre... y ese hilo invisible permanece hoy...

Aprendí a aprovechar todo el tiempo presente, sin mirar más allá, solo disfrutar los momentos junto a él, aprendí a esperar el momento en que podía abrir los ojos y encontrarnos y sentir que eramos algo más puro y más grande...

Aprendí también que los médicos no son dioses, aprendía a controlar mi ira, ¿por qué la vida me arrebataba algo tan hermoso? aprendí a ver sufrir a mi niño y poder acompañarlo con amor, compasión y ternura infinitas.

 Aprendí que la vida te pone patas arriba y te hace fuerte, casi inhumana... aprendí a dejarme ir, a llorar y reir delante del mundo, a ser vulnerable... mi hijo me permitió ser vulnerable y hoy en día, sigo siendo vulnerable. Me siento blandita, llena de amor, con ganas de abrazar, de ver bebés, de llorar y reir al verlos, de bendecir a todas las mamás, porque si algo aprendí mas que nada fue a querer ser mamá, querer oir llorar y reir, querer sentirme abrumada, enojada, hormonada... quiero sentir todo eso, quiero ser mamá de nuevo con toda mi alma y con toda mi conciencia. A esto me enseñó Xabier. Gracias, mi gordito por ser mi hijo y haberme elegido. Nos une todavía ese hilo invisible que creamos para poder amarmos. Te quiero mi estrellita. Os bendigo a todas, mamás. Un abrazo lleno de energía y vida!

domingo, 27 de noviembre de 2016

TU MUERTE, MI NACIMIENTO (historia de mi hijo Xabier)

Simplemente me llamo Natalia y simplemente, soy la mujer-mamá de una estrellita que pasó fugaz pero dejó una estela eterna y amorosa.
Sí, me llamo Natalia, aunque ya lo he dicho, pero mi nombre ahora tiene más sentido que nunca; en realidad, todo tiene ahora un sentido diferente, todo se hace palpar diferente, todo está teñido de un  verde intenso donde mi estrellita nos guía.

Mi estrellita es un nombre que le doy a mi hijo Xabier, que nació enfermo con una cardiopatía incompatible con la vida y que vivió en el hospital durante 47 maravillosos días, hasta que decidió irse, tranquilo y sereno.
Tengo la sensación de que estos temas siguen siendo tabú en nuestra sociedad y he podido comprobar en primera persona que a veces, el silencio duele tanto que te ahoga;  que a veces, el miedo a hacer daño, hace más daño aún, y que arrinconar los dolores no los hace desaparecer sino que les da más fuerza y más rabia. Por este motivo, me he decidido a sacar de dentro de mí mi vivencia y mi rabia, y si puede ser, una guía de amor y luz para todo el que lo lea. Está pensado para que otros padres que sufran la pérdida de un bebé puedan sentir empatía, y así, serenidad cuando lean emociones y silencios que compartimos; sin embargo, está pensado también para todos aquellos que acompañan y rodean a padres que han pasado por una vivencia similar, para que aprendan a dar a luz a todos los miedos y tabúes que siguen dirigiendo muestras vidas.




18 de junio 2015. Noticias.
18 de Junio y mucho calor… La noticia de que  nuestro pequeño tenía “algo” en el corazón llegó cuatro días antes de que naciera. La noticia fue desoladora; sin embargo, nos dijeron que sería una pequeña intervención y que no nos preocupáramos porque era algo que hacían con relativa frecuencia. Llorar, argumentar, animarnos, sentir miedo, meditar, ser positivos… tres días intentando asimilar una noticia que resultaba incomprensible tras un embarazo maravilloso y sin síntomas. Pero el miedo siempre estaba presente, dentro de mí, detrás del velo de ánimo que habíamos construido. 18 de junio… me levanto de la cama y siento que algo no marcha bien. Xabier apenas se mueve y siento miedo. Llamo a mi pareja y nos vamos al hospital. Allí, tras revisarme, me dijeron que no había apenas líquido amniótico y que había que inducir.
Sentí que el aire se escapaba de mí… que me estaban engañando, estafando… me sentí helada, sin nadie a quien agarrarme, me dejaron sola, en paños menores y con una sensación de impotencia aterradora. No me quedaba otra que dejarme hacer… Yo había planeado las cosas de otra manera: quería un parto respetado, donde pudiera ir decidiendo que hacer con mi cuerpo y donde pudiera experimentar mis límites. Sin embargo, el destino me tenía preparado otro plan, y no pude esquivarlo. Me dejé hacer…

19 de junio 2015. Tu llegada.
Pasé un día y medio con medicación y sin moverme, un día y medio en el que la ilusión todavía permanecía en mí. Quise vivir todo intensamente, aunque fuera de esa manera, decidí dejarme llevar por la vida, y aceptar que de momento, mi parto sería diferente a lo esperado. Pero enseguida, la vida me mostró una vez más, su lado más violento. De repente, una ginecóloga se presentó ante mí, fría, inmóvil, con un gesto seco y helador, y me dijo: “Vamos a hacer la prueba del PH al bebé porque parece que hay sufrimiento fetal y si es así, tendremos que hacer cesárea”. “Muy bien” –dije yo, manteniendo el tipo, escondiendo una rabia inmensa que salía de mí como un huracán.
Me llevaron a una sala, blanca y fría, como si fuera de nieve. Pinchan la cabecita de mi príncipe para hacer la prueba y a partir de ahí, se desembocó un chorro de deshumanización y desolación que si alguna enfermera lee esto por casualidad, deseo que por favor, hagan una reflexión de cómo actúan en muchos casos, aunque sean emergencias, siempre hay un pequeño espacio para el calor humano.
Pues bien, como mi pequeño estaba sufriendo dentro de mí, ¡cesárea urgente!.  La sala se llenó de gente desconocida, todos me tocaban, me ataban las manos, me daban medicinas en la boca y yo… temblando, temblando y temblando. Algunas enfermeras me decían que me relajara. ¡Cómo voy a relajarme con semejante papeleta! De verdad, a veces, hablar es tan fácil, es como si fueran robots programados para decir cosas que casi siempre, pierden su sentido. Si alguien me hubiera cogido la mano y me hubiera hablado suavecito al oído…

Pero no hubo un momento de calor humano… estuve abandonada y desorientada, y esa es mi verdad. Me metieron a quirófano y yo seguía temblando. En ese momento no sabía si era yo el bebé que necesitaba brazos y besos y caricias… Perdí la conexión con Xabier porque mi dolor era tan grande que me olvidé… Tenía tanto dolor al operarme que después de gritar y gritar, me durmieron entera. De repente, una paz me invadió… una paz de mentiras, una paz momentánea, pero una paz, al fin. Despierto luego de un maravilloso sueño, y todo ha pasado. Ya no tengo tripa, muchos médicos a mi alrededor, y ¿mi hijo? ¿dónde está mi hijo? Ya no está… Casi sin hablar, me sacan de la habitación para llevarme a otra, más pequeña, más oscura, a despertarme. Por el camino, oigo un lloro. Giro la cabeza y veo a lo lejos, en una cunita de cristal, a mi bebé. Sé que es mi bebé porque mi pareja está con él. Quiero parar la camilla, estiro los brazos y mi cuerpo y lloro su nombre, pero los robots siguen su camino y me quitan del medio. Yo me duermo, o me muero, no sé, a veces, no existe diferencia.

Despierto después con una caricia de mi pareja. Por fin, una caricia muy sanadora, muy agradecida!  Me cuenta que Xabier se ha puesto malito y que está en neonatos. No me acuerdo de qué sensaciones tuve porque la anestesia me anuló como persona y como madre. Me durmió no sólo físicamente, sino que durmió mi loba salvaje y me dejó sumisa y temblando. Por fin, me subieron a planta, a una habitación individual (algo de agradecer en esa situación). Toda la noche estuve intentando levantarme para subir a ver a mi pequeño, pero estaba mareada y apenas podía moverme, así que conocí a mi pequeño a través de una foto que mi pareja le hizo con el móvil. Por supuesto, tampoco había planeado conocer a mi hijo a través de una foto, pero dadas las circunstancias, para mí fue un momento precioso e inolvidable. ¡Qué precioso bebé! Me costó hacerme a la idea que era mi bebé pero bastante dolor tenía encima como para preocuparme ahora de si conectaba o no con él. Decidí apechugar con lo que me había tocado y decidí conectarme con mi bebé en aquel mismo momento. Aunque no pude tener el parto que anhelaba, Xabier salió de dentro de mí y punto!

CUANDO MORIR ES MÁS BONITO QUE NACER...

Soy una mamá que perdió a su bebé hace año y medio, tras 47 días de lucha por vivir... o quizá podría decir mejor, que soy mamá de un bebé que decidió darnos los 47 días más intensos y maravillosos de nuestras vidas! Esta segunda parte me hace sentirme mejor, más parte de este universo que de repente, te pone patas arriba y te deja indefensa, sin sentido... para ver cuál es el siguiente paso...

 Tengo ganas de verbalizar parte de lo que he vivido en este tiempo y de poder ayudar a otras mamás y papás que pasan por lo mismo... 

Cuando morir es más bonito que nacer, es el título de un texto que escribí a mi pequeño y a mí misma, cuando empecé a soltar mis emociones y miedos... cuando me metí de lleno en el duelo y me enfrenté con mis sombras... para por fin, poder hoy en día, vislumbrar una nueva luz.

 " Cuando morir es más bonito que nacer, se para el mundo. Cuando la muerte se te planta delante, sin previo aviso y te sacude por dentro, se para el mundo. Se para mi mundo, mi mente, mi corazón. Cuando te fuiste, mi pequeño, pude ser mamá, abrazarte, besarte, sacar todo ese sentimiento que a borbotones, aparece al dar a luz. Y que yo no pude hacer al nacer, pero sí al morir... por eso es que tu muerte fue tu nacimiento. Cuando morir te da vuelta a todo y te obliga a amar en el silencio, en lo invisible, en la nada. Porque en realidad, no hay nada, no hay bebé, no hay llantos, no hay risas... no hay nada. Pero dentro de tí, sin que nadie lo sepa o lo vea, lo hay todo. Cuando morir te pone del revés, y entonces la vida se contradice, porque tú quieres parar, estar quieta, mecerte en tus recuerdos, besar ese rostro invisible que sólo tu corazón conoce... pero fuera, la vida sigue su curso, como si tal cosa... y tú, indignada con la vida! Párate! -gritas- pero nadie para, todo sigue... Cuando morir te hace nacer de nuevo, cuando morir es más bonito que nacer, cuando morir te enseña tanto... es cuando empiezas a ver la luz de nuevo"